ALMA DE MUJER.
Que se acueste conmigo le he pedido,
y se mostró indignada la damita,
—solo quiero que hagamos una cita,
no me importa que tenga su marido.
Me miró con mirar enfurecido,
—¿con alguien como usted? Ni Dios permita
y eran sus ojos pura dinamita.
—¿Por quién me toma? ¿Quién se habrá creído?
La noche está poblada de visiones,
tan reales que siento tentaciones,
de pedirlo otra vez, a ver si quiere.
Alguien llega, en su cara, los rubores,
y era su voz un mundo de temores,
— “ojalá mi marido no se entere”.
Kin Mejia Ospina-