Dada el alma al diablo con unas monedas campantes que reflejaban su mejilla toda plateada y ojos de cristales
Dios amó a satanás y aveces yo tambien lo hacia; te amaba, caminaba descalzo con pies entumecidos en una acera fría y ni mis gritos mudos pudiste escuchar
No todos llegarán a ser oídos al final de mis días, no a todos recordaré ni escucharé.
Dada mi alma, cruda aun y postrada ante ti me llevaste a tu infierno, satán bailaba tan impredecible y tu llorabas; de alegría o dolor… no lo recuerdo.
Me enamore de una puta, o tal vez de dos; fueron muchas noches prostituidas con todos aquellos besos
Me enamore de los putos besos tuyos.
Érase una vez una historia jamás contada, del poeta maldito y la mujer a la que nadie amaba. De aquellas cartas blancas como cal que ensuciabas de mentiras. ¡viva yo de tu muerte y tu de la carta que nunca escribí!.
Dios que injusto eres con los que amamos de verdad, tal como tu alguna vez amaste a satanás.