Compartimos el silencio,
cual insaciable llama,
que consume las horas muertas,
abrazando la luz como abandono del alma,
amontonándose en las sombras,
que nos acosan todavía
.
Sin palabras que invadan el ambiente.
Sin hojas que caigan perturbando el espacio.
Sin formas que transiten por las horas y el día.
Sin grises en las paredes derribando los sueños.
El silencio que nos une como el crepúsculo a la noche,
invadiendo la brisa cuando mis manos te encuentran,
alivianando el peso de los profundos deseos,
para cuando en silencio olvidamos el tiempo.
Compartimos el silencio,
cómo compartimos la vida,
sin ninguna balanza que inclina el delirio,
ni rutas perdidas que señalen lo oscuro,
o miradas de olvido confundiendo el sentido.
Somos dos seres unidos,
por el mar que exploramos,
bajo el azul arcano,
donde navega plácida la barca,
contemplando lo eterno,
renovando el silencio.