La alborada se asoma
tras mi cuerpo
creándole su sombra
equipada
con ojos cristalinos
y sentires
repletos de angustiosa
soledad.
Empapa con sus aguas
salitrosas
las pieles de los monstruos
que me hostigan
con odios que silentes
se me clavan
tan dentro de mi sombra
deshonrada.
Parece la discordia
el instrumento
que pesa mucho más
que la avenencia
y dobla las razones
de la mente
con unas cuantas rocas
de demencia.
La sombra está repleta
de lamentos
que acometen mi espalda
horizontal,
la sombra está volviendo
a mi cuerpo
bosquejo en blanco y negro
y muerto en vida.