Estaba la noche seria y encubridora
a la misma hora y en el mismo cuarto menguante
serena y ardiente mi piel cual mujer de lumbre
con colmillo por diente y fugitiva la cordura
Todo era novedad: el placer de tu savia en mi boca
yo bebiendo deseo cómo flor de desierto,
todo era novedad tu mano estremecida y loba
palpando la arrogancia de mis piernas
llevándome hacia el occidente de mi misma
con el aguijonazo de la flama bruñida por tu sol
mi templo y entraña se mezclo con tú embragues
tu experiencia de siglos y mi hambre eterna
se enredadron como ceibas, nadie lo vio
eras la única presencia atiborrando los sentidos,
eras la unica masa entre mis brazos, sobre mi cuerpo
y como sombra sobre mis pensamientos y sueños
la noche fue tu refugio, realmente no tenía posibilidad
lobil caperuza que se vio marcada por el equivoco
solo adquiri de tu cuerpo la necesidad y la fama,
la desfortuna de ser la ilícita amante del río y de la luna.