En la infinita soledad de mi triste alma, me apego a los hermosos recuerdos, a tus tiernas, dulces y eróticas caricias.
Aspiro al olor de tu exótico perfume.
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Me abrazo a tus almohadas, impregnadas aún, con las fragancias de tu cuerpo divino. Y aún, me deleito con el elixir de tus besos que, devoran de pasión voraz mis sentidos.
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Vivir lejos de ti no ha sido para mí tan fácil.
Nadie adivina, cómo es éste, mi padecer.
Ni yo misma, puedo creer cuanto sufro.
Sufro, por ti y con desgarrada pasión.
Anhelando vivo, esas tus caricias y besos.
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Todo ha sido trágico, ya yo no me engaño.
Sufro con agonía y, por tu amor, padezco.
Más aún, por tu cruel y pertinaz ausencia.
Esa desidia tuya, me hiere como un puñal.
¡Al final me digo: cómo no sufrir si no estás!
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Muchas veces, en soledad, me he preguntado:
¿Por qué la vida me ha dado tanto dolor?
Es que, sufre mí corazón y se ahoga mi sentir
de una manera, desesperada, cruel e impía…
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Es cierto, que tu vil e inhumana ausencia
me consume, día y noche, poco a poco.
Vivo mi infierno en todos los segundos.
Y, en cada noche de soledad, me muero.
Sé que no estás y en mí, no hay reposo.
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Mi descanso ya no es tal y, suelo gritar.
Me mantengo en vigilia y en la espera.
En susurros te llamo, y digo tu nombre.
Te veo en el escenario de mis sueños.
Y ya no quiero vivir sin ti, amado mío...
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Vivir sin ti, es morirme ahora y sin remedio.
Sufro a cada instante, con esta vil dolencia.
Estás entre mis más caros anhelos, en las
líricas quimeras de mis sueños y en mis
dulces, infantiles e inolvidables querencias.
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Acá estoy, sin aliento y sin muchas fuerzas.
Lucho, y me sumo a una querella desigual.
Sé que mi tórrida lucha, ya no es contigo.
Esta es mi lucha, una lucha real y conmigo.
¡Engañosa y cruel es esta infame lucha mía!
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Sólo sé que te amo y no puedo remediarlo;
te he amado y te amo, en todo momento.
Hoy sé que no cabe más amor, en mi pecho.
Ahora, ruego por un olvido, por mi olvido.
Aunque, por ti y por mí, muero calladamente.