La vida se dilata, sin prisa,
como esbozando lentamente la silueta de mis versos,
y las formas de mis deseos que sueltan lentamente,
sin palabras que invadan el espacio de mis sueños,
ni sombras que se amontonen en las esquinas de los recuerdos,
el pasado son horas viejas que olvidamos hace tiempo,
y el presente, el botín que se asoma en la frontera del espíritu
He dejado la pesada carga de mis deseos
que se guardaban como fervor íntimo,
a la espera de la ternura.
Me he subido de puntillas sobre la nieve de mis nostalgias
hasta equilibrar la balanza de mi gozo y mis pesares
He creído soñar de tanta dicha,
ahora que los calendarios caen lentamente,
demasiado tarde, quizá demasiado tarde
la senectud me dirime los litigios de la consciencia.
Ya no hay pájaros gigantes posándose sobre mi ética
Ni dogmas que me enjuicien o preceptos que me condenen
La vida se dilata, casi sin darme cuenta,
pronunciando palabras sin peso,
en medio de las tormentas.
Ofrendando lunas a los dioses del tiempo,
para que me deslumbre el amor
con los pétalos de un beso
He descubierto la libertad
al desnudar mi cuerpo anciano,
sin ambages ni temores,
ante tus ojos desmesurados,
ilusionando desfallecer junto a tu pecho arcano,
para descubrir que no es muerte,
morir en tus tibios brazos.