Nan

Camino a la montaña

Desteñido y pálido

color marfil perla

el camino largo

cautivó mi esencia.

 

Quería auscultarlo todo

piedra tras piedra

rama tras rama

ruido tras ruido

retumbantes graznas

imperceptibles huellas

pasos suaves, hollando la arena

quería ver lo que fuera.

Incluso una pequeña liebre

de cola blanca, adormitada

escondiéndose en la hierba verde.

 

Y aquella luna llena

Impávida, serena

solitaria y férrea

sobre mis hombros,

sobre mi cabeza

a solo una línea,

entre mis ojos y ella

en su candente altives

me atemorizaba verla.

 

Donde está el espanto

donde está el ulular del autillo

el aullar del chacal

o el lobo gris plata
que sobresalta a los niños

dormidos en sus casas.


De pronto el polvo seco

agitado por el viento

tomó vida en un remolino

en una danza sin ritmo ni soneto

segando mis ojos de momento.

 

La luz de la luna en flecha

Atravesó furtiva, su cuerpo

Y estampó su figura

de sombra esbelta

Sobre el camino

de polvo y estiércol.

 

Arribé a la montaña,

sin historias negras que contar

con la luna escondiéndose

entre las dunas de arena

huyéndole al frio

del viento del mar.