Sibilino impulso
instiga a calcular sin tregua
las distancias entre tu mundo y el mío.
Mientras elásticos acercamientos de colofones hambrientos
se arrinconan en mi cerebro, habitado por esponjosa comprensión,
tratan mis cavilaciones
liberarse
de tu indisoluble imagen.
Inútil lidiada batalla
centellea
indefinidamente en el espejo
de mi incontrolado rechazo saturado de deseo.
Esotéricas contradicciones me atormentan:
Barrancos y sabanas,
círculos y triángulos,
el blanco y el negro
se (con)funden
en ese aún fogoso tálamo de amor
tantos años compartido.
Tinta invisible
escribe y escribe tu nombre
en este tapiz
de irrespirable oxigeno que blinda mis sentidos.
No encuentro sosiego en el tiempo.
Borro tu nombre
en la esperanza olvidarlo
y
reaparece con más intensidad
para luego incrustarse en mi dolido corazón.
Pronuncia de una vez por todas la libertadora palabra:
¡desamor!