Todo está bien
si acaricias el fondo hondo
de la lágrima que fluye.
Todo está bien
si consuelas la viril sonrisa
del amante de la noche
con poesías y libros.
Todo está bien
si sufres igual que yo
entre silencios y cuerpos olvidados.
Todo está bien
si la memoria que padecemos
se lleva el ancla perseverante
de la fiel resignación.