Al sentirme sin consuelo en mi camino,
retorné a aquellos días de mi pasado,
esos días que en mí ser fueron de brío,
de tristezas y alegrías en lo andado.
Pude distinguir mi actuación de forma cruda,
rasgué los velos, sin aranas ni mentiras,
recuerdos tiernos y momentos de amargura,
llenos de torpezas y aciertos de esos días.
A mi lado apareció la Señora Vida,
su mirada se posaba en mí extrañada,
¿qué te has hecho hijo? con dulzura preguntaba,
te enredaste a una encrucijada sin salida.
Hoy muerta está tu fe y tu piel está gastada,
¿por qué revives los pasajes de tu antaño?
¿qué buscas en la historia que es cosa pasada?
vivir en el ayer, solo te provoca daño.
Vengo Señora a buscar un poema delicado,
un poema que hablaba de esperanzas y de vida,
una rima que hablaba del amor, por mí anhelado,
un poema que bañé de amargura con mi herida.
No me juzgue Señora yo le ruego,
pues he vivido a todo lo que pude,
mi poesía es suya y es de fuego,
fuego vivo, es de vida, no lo dude.
Andrés Romo
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