Perdónenme…
Ella me dijo;
“Si me amas de verdad,
deja de una vez por todas, de escribir…”
Y ustedes se preguntarán…
¿Qué hice…?
Lógicamente renuncié a escribir…
Renuncie a escribirle a ella.
No se trata de suplicas ni razones.
¡Porque el papel se defiende!
Ahora, la bendita tinta puebla feliz.
Y mi musa concibe, exigiéndome…
“Por favor…
vuelve pronto a escribir”
Y como yo soy obediente...
Obedezco.