Un día el corazón ha de callarse
llevando tu recuerdo en su silencio;
lo mismo que se guarda un sentimiento
que fue de la pasión un estandarte.
En medio del incendio que causaste
haré de aquel delirio bello lienzo;
pintando tu mirada, cuyo fuego
logró con sus fulgores conquistarme.
Tendrán sus pinceladas la armonía
de aquella tu sonrisa tan amena;
que fuera del amor la fresca brisa
que diera de ilusión la savia nueva;
que un día acarició mi aciaga vida
con dulce y virginal delicadeza.
Autor: Aníbal Rodríguez.