La luna es mi eterna compañera,
es reflejo iluminándome
los llantos y la sombra,
es distal de mis despojos
y de mi incomunicada angustia.
La luna es mi acompañante fiel
maquillada con los rayos
de un sol inquebrantable,
es disfraz impertinente
mostrando, entre todos, solo un rostro.
La luna es mujer casi endiosada
en capillas sin altares,
sin fe y sin esperanza,
es imagen que se asoma
por techumbres y por hoyos santos.
La luna es mi mujer pecadora
sin flaqueza y sin vergüenza,
es mi hembra vigorosa,
descarada y maliciosa…
¡es real en mi sueño amoroso!