En el asilo de los recuerdos,
vivo la solidaridad que envejece conmigo.
Oigo hacia dentro
el aliento punto cero de hombre y mujeres
que me ofrecieron su apoyo digital.
Me animan a hablar, a no olvidar.
Me sirve para escalara las viejas prisiones,
los tristes calabozos de las historias de los olvidados.
Crear nuevos espacios de encuentros,
lanzados en red dando alientos de libertad;
que se desgastan como el viento contra los muros de hormigón.
En un rincón silencia la represión
entre el murmullo de las palomas no se escucha el odio sufrido,
el golpe que derriba al que levanta sus cadenas.
Aún me emociono con la solidaridad digital,
me invita a escribir
para no envejecer loco, solo, olvidado, con todo lo sufrido y guardado
autos judiciales, recortes de prensa, apoyos digitales
con mi rostro, con mi nombre, con mis heridas.
Siguen vivas.
Angel Blasco.