Leoness

Florece, ¡senectud!

Florece un halito de sentimiento

cuando su imagen brilla inerte,

su vestido rodea al viento, y vuelve

su penetrante desconfiada mirada

 

En su pedestal, distante, erguida,

combate el silencio de amor varado,

curva el tiempo ya no recuperado

impregna el contorno inmortal, hollado

 

La forma de sus senos languidece

cual fruto en exceso ya maduro,

resbala por su piel, ahora ajada

en interrogante surco prolongado

 

Las curvas de su perfil, ya remodeladas,

intuyen crueles tormentos hormonales,

sensaciones de cambios estructurales,

dilaciones desordenadas de pensamiento

 

Ya pocos recuerdan, siempre fértil,

que hermosura, modeló vano orgullo,

más, templó con su mano de azucena

identidad sagaz, de inteligencia plena

 

Y... aún hoy, en ella hay, amor de belleza llena