Florece un halito de sentimiento
cuando su imagen brilla inerte,
su vestido rodea al viento, y vuelve
su penetrante desconfiada mirada
En su pedestal, distante, erguida,
combate el silencio de amor varado,
curva el tiempo ya no recuperado
impregna el contorno inmortal, hollado
La forma de sus senos languidece
cual fruto en exceso ya maduro,
resbala por su piel, ahora ajada
en interrogante surco prolongado
Las curvas de su perfil, ya remodeladas,
intuyen crueles tormentos hormonales,
sensaciones de cambios estructurales,
dilaciones desordenadas de pensamiento
Ya pocos recuerdan, siempre fértil,
que hermosura, modeló vano orgullo,
más, templó con su mano de azucena
identidad sagaz, de inteligencia plena
Y... aún hoy, en ella hay, amor de belleza llena