Julio Ticay

Temo mostrarme

Accedo a la libertad con ironía,

exponiendo la frontera de mi cuerpo 

al desgaste de los años,

al trabajo que me irrita la garganta 

y me prohíbe gritar de horror,

en el sonido de estos roces desesperados

que se muestran como escena única

de un espectáculo simbiótico.

 

Me hago dueño de dos rostros 

que conversan en la luz del diciembre,

que se planta feliz sobre el cronómetro

que marca pocos años para el fin.

 

Y se gritan, se escupen con rabia,

mas no se tocan, 

porque duele el roce de la realidad,

porque uno debe ceder al otro,

y saber vender las frases concretas,

para no desaparecer.

 

El viento se lleva los sucesos 

que escandalizan mis pasiones,

y es que se destruyen 

las estructuras de un viejo yo,

que suponía la elegancia de los años.

 

Un árbol fuerte y recto,

que como el guanacaste 

sumerge sus raíces al aire,

dando cobijo a los deseos posteriores

de los monstruos que me persiguen;

pero que cometió crimen sobre sí mismo,

y con las raíces en el aire,

se aventuró a volar en sus ambiciones.

 

Pesa la espalda, y necesito guia,

sentarme y tirar todo

en el alud del compromiso de los otros,

destilando situaciones de liberación,

para dejar de sentirme atado

al desgaste del qué dirán.