Suspiros de rocios
rociaron gentiles mis pechos.
Suaves como alas, delicados dedos
revolotean a mi espalda;
en olas que danzan
al redoble de mi corazón sediento.
En el oasis de unos belfos labios,
pulposos duraznos, bebí agua azucarada.
Adentrandomé en espesuras
de bosques azules y fucsias;
en cuyos brazos trinaban aves de paraíso.
Y, en el halo de tales hermosuras
en un trascender kantiano
busqué a la pluma y al papiro.
luz teresa maldonado folkerts