Soneto espejo
No puedo comprenderme si estoy lejos
me asaltan mil preguntas sin respuesta,
presiento que me encuentro con la cresta,
sin ganas de mirarme en los espejos.
Los gestos de mi rostro son reflejos
que mueren día con día en su apuesta,
como piedras que ruedan por la cuesta
rasgándose con vidrios sus pellejos.
Después de cuestionarme creo cierto
que todo lo lejano es estulticia
y siempre está rociado de mentiras.
Hablar del veredicto de lo incierto
sería postergarle la adventicia
a la estela que marca las heridas.
No pretendo imaginar donde se halla
hacerlo causaría una fractura,
mejor quito de en medio esa demencia.
Ya es tiempo que disfrute la medalla
y arranque de la espalda la amargura
brindando como premio la clemencia.
Preguntas que resultan ser malvadas
me llenan de esperanza o lo contrario,
suponen que ellas son mi anecdotario
y dejan las respuestas deshojadas.
Se saben necesarias y salvadas
si cierro con candado aquel armario,
si rompo muchas fotos del bestiario
y dejo mis mejillas empapadas.