¡Oh mirad, cómo se arrastran
los reptiles con lisonja
con su boca y con su lengua!
¡Oh mirad, qué bien se enrollan
y se arrastran en sigilo
ocultándose en las sombras!
Unas veces muy callados
atacan si es una cobra
destilando su veneno
por colmillos que le asoman.
Son así, muchos reptiles,
que te ponen en zozobra.
Y si abundan, ten cuidado,
no se ponga uno a la cola.
Si te muerde una serpiente
y transfiere su ponzoña
morirás muy lentamente
con mordida dolorosa.
Si se ocultan en malezas,
o en las piedras y las hojas
se deslizan muy quedito
buscando la mejor hora
con astucias primitivas
porque a veces ni se notan
y al sentir que das un paso
¡Oh cuidado, si te tocan!
¡Ah la selva de Macondo!
de la que escribió el poeta
siempre tiene sus bellezas
con su fauna y con su flora
pero viven los reptiles
y las bestias opresoras.