Sesenta y ocho
me sabe un poco a picardía
y a un par de locos
y otro tanto de sabiduría.
Cómo que uno empieza a sobrar
y se resiste al desalojo
y no se permite la melancolía.
Aún se puede caminar
por una playa vacía
a medio tramo de estar sordos
pero con uns excelente compañía.
Me tomaría una botella de champagne
y desobedecería
las órdenes de los ogros
y por supuesto me acercaría a ti todo lo que mas pueda
para no perderme nada
de lo que tú me susurras
y me sonrojo un poco.
El champagne hizo su entrada en escena y yo tropiezo te agarro del brazo y terminamos casi para mayores de dieciocho.
Y seguimos contandonos historias
y nos reímos mucho de nosotros.
Y es que todo es mitad verdad y todo es mitad mentira
y un ochenta por ciento de fantasías de loros chimpancés y tucanes charlatanes y chistosos.