Todo se aquieta,
cuando tu rostro de pronto olvida,
que había nacido el ocaso,
y nada existía bajo la sombra del árbol,
cuando los labios sin suspiros,
alejaban del mar las sonrisas,
y del presente los pensamientos.
Es como si cerca de ti, nada se conociera
y la simiente brotara descubriendo la vida
para volver al nacimiento, natural, sin azares,
y todo fuera como antes, sin ser lo que era
la luz sin sombras, la noche sin oscuridad
Pero ¿nazco a tu lado? ¿O me redimo?
Tal vez todavía no.
Tal vez aun, la brisa arrastre sombras,
y, mis manos no deshacen las piedras,
y tus labios guardan abismos,
y nuestras figuras extienden olvidos,
en los espacios sin cielos y sin palabras,
nuestra presencia se resiste,
y se hunde en silencios.
Pero somos presente,
apaciguando temores, renaciendo sin miedo,
desnudando las almas, para descubrir los caminos,
bajo la flor y las estrellas, sobre el viento y la rama,
somos universo que late, con pasión y con verbos,
con la ceniza del fuego, con la palabra y el aliento.
Nada sé, sin ti, solo existo,
aunque tu rostro olvide,
y tus ojos omitan,
aunque mis manos se cierren,
y no pronuncien vocablos.
Nuestros vientres serán simiente,
y nuestros labios latidos.