Siryed Avles

Dichosos, dichosas

Mujer… oíd, beodo,
dichoso sea el hombre, dulce y puro,
que la ama sobre todo,
y a ti, el amor oscuro
también la dicha; amor que es fiel, seguro.

Dichoso el caro de ella,
aquel que quiere ser su verso y prosa;
y quiere ser la estrella
y quiere ser la rosa
que sobre aquellos labios, ay, se posa.

Dichosos ¡rosas, versos!
los bellos hombres, oh, que amáis, amáis
sin ser así perversos.
Dichosas sois, que vais,
las bellas damas, oh, que amáis, amáis.