En solitario mira el cielo sombrío
y la radiante luna llena,
piensa para sus adentros
en la grandiosidad de la natura.
De la nada, la añoranza
vestida de luto y con tul de tristeza
revive esos ayeres
que se niegan a ser olvido.
El silencio acaricia su espíritu,
tenue brisa le susurra al oído
“debes liberar ese sentimiento”.
Los amargos recuerdos se disipan
como estelas de nubes
y con pasos briosos llegan
gratos momentos vividos.
La serenidad la acoge en sus brazos
y al hacerle compañía siente ella
le fortalece, dándole paz a su espíritu.