Entre el hueco
de las lágrimas,
pensaba en las hojas
desatadas que azotan
el mar huracanado,
el olor a gardenia
de tu cuerpo aceitunado,
en medio del agua de tus soles
almendrados
bañados por el sol de primavera.
Sabía que de cierto
el corazón de pronto
se vuelve un nudo
que en silencio toma
nuestros brazos
y desnuda nuestro cuerpo,
conversando callado
viviendo a su manera.
Me encantaría que me dieras
de tu vida
la luz de tus párpados;
la carta guardada
en el cofre de tu alma,
el verde de tu espíritu
que huele a jazmín
y a gardenias.
No sé dónde estarás
no sé que rumbo viajarás,
nos dijimos adiós,
de pronto, la poesía de tu cuerpo
vuela a la distancia
acallando mi tristeza,
hoja desatada...