Soplaba el céfiro suavemente,
y diversas etnias unidas
bajo un cielo azul,
convivían como hermanas.
Habían desaparecido las fronteras
y la luz de la solidaridad,
iluminaba todos los rincones del orbe.
En los diccionarios desaparecían
palabras como: forastero, egoísmo,
hambre, guerra, injusticia…
y seguían y seguían y seguían,
desapareciendo los vocablos
para liberar al hombre,
de esas malvadas cadenas
que mostraban un fango ancestral.
Pétalos multicolores surgían
del árido desierto y de la entraña
de la madre tierra,
brotaba el amor,
un fresco manantial,
que se anidaba en los corazones
de hombres, mujeres y niños.
Un canto fantástico, se escuchaba,
mientras la luna sonreía cubriendo
con su níveo manto, todos los rincones.
Sobre lienzos de esperanza
se levanta este lúcido sueño,
propio de hombres idealistas,
hombres que moldean
la conciencia humana que está
inmersa en un inconsciente colectivo
de paz, igualdad y confraternidad.