Frente al altar
te he vuelto a ver en una foto vieja
y los surcos de mis ojos abren una llave
que deja caer una lluvia torrencial
con gritos ahogados en pausas.
y se dice adoctrinadamente
que el hombre no llora,
pero a escondidas me cuelo en mi cuarto
en una noche a reanimar tu recuerdo.
no tienes idea lo que ha significado
cortar de nuevo mi respiración,
viendo un rostro que ahora me queda en ese recuerdo
y ya no volverá a cruzarme la mirada.
has significado todo lo bello en una noche,
y ahora divago de mis recuerdos mas preciados,
adviertes mis caricias acompañadas con un beso pleno;
en esa foto donde me posas con recelo
a la tierra prohibida donde sin premeditación pisé.
sabes que vives recluida en mil escondites
y siempre te ensañas en irrumpir en mis sueños,
ni aún en ellos te podrías salvar,
de pausar el tiempo en un beso sin igual.
no tienes reparo alguno en obligarte a ti misma
en besarme hasta la sombra que me sigue,
en ese sueño no húmedo al que te metiste
y del cual se inmortalizará en un suspiro gozar.
no te has hecho a la idea
de que aunque quiera, olvidarte no podría,
pero quisiera y no puedo, y duele en el alma
porque prometimos en la vida y en la muerte;
el eterno amor jurar.
me he vuelto a levantar cada mañana
7 am ir a la iglesia donde nos prometimos,
frente al altar donde vestías de blanco
y yo de negro en un ying yang eterno hasta el final.
quedamos prendidos en ese beso pasional
frente a la multitud que aplaudía y no podía parar,
imborrables hasta el día terminal
en que la hoz te llevó a la muerte rutinal.
y quedará nuestro recuerdo en un latido
sin pausas, y con un ritmo lento pero desmedido,
y volveremos a nacer en una caricia sin filtro
cuando nos encontremos y volvamos a repetir
este cuento que por seguro no tiene final.
F. Martínez