Belina Fernández

Domingo de portales

 

 

El mundo descansa los domingos

y los portales duermen su ausencia.

Goza de la plenitud anestesiada de la calle. 

Las puertas se ciernen al silencio

libres del bullicio

y de la ardiente combustión humana

de fe y patrimonio.

El domingo porta un suéter cansado

y un saludo triste le cuelga de la manga.

Es la cara amable de un vinilo de Tom Watts.

 

En el aire se intuye una homilía de cuerdas

y tras los balcones

las trompas Mahlerianas amortiguan su lamento.

 

El domingo invoca insomnios eternos que duran semanas.

 

Y de tanto y tanto repetirse 

se convierte en un huésped pacífico 

con alma de luna 

que se marcha cuando ya es demasiado tarde 

y empezábamos a desear que se quedara