Quién, quién fue,
con su mirada, resplandor
antiguo, de una voluta
admirada, voló por aquí,
por allá, hasta atraer
de nuevo, lo milagroso
de los jardines: el pozo,
el rumor del agua, la secreta
fuente. Yo veía su robustez.
De templo caído en mitad
de la tarde sin fuego. De repente,
no había prisas. Todo era
sostén divino de naturaleza intacta.
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