Yo miraba el cielo
con ojos de roble.
Y tristes los lirios
de tangible atole.
Las risas cruzaban
el cilantro afligido.
Y por allá a lo lejos
las mejillas de vino.
Los brazos lloraban
hartos de un hastió.
Y yo sangraba peras,
corazones marchitos.
Y yo lloraba espuelas,
esos campos sin trigo.