Pidio Vives

I gotta woman on my head

Serían las seis de la tarde

mientras corría descalzo por

aquel jardín de vidrios rotos.


Era primavera y cómo era de

esperar se me encajó una mujer

en la cabeza.

 

Ardía, pero no sangraba, mala suerte

para mi.

 

Recuerdo acudir a urgencias y decir a la enfermera: “Se me ha encajado una mujer en la cabeza, me la pudiera sacar por favor.”

 

La enfermera dió la espalda y se fue,

luego el custodio me echó del hospital.

 

Llamé al tipo del seguro y le comenté:

“Necesito un seguro contra mujer“, y me colgó el teléfono.

 

Le dije a mi asistente de emigración que no podía asistir a mis citas con ella porque tenía una mujer encajada en la cabeza, y me puso una orden de deportación.

 

Fui al neurocirujano y le supliqué:
“Por favor arránqueme el cerebro y déjeme solo lo necesario para dormir“, no accedió.

 

Acudí a un viejo brujo y  mientras me preparaba un conjuro contra mujeres, yo, sin querer, tropecé con una vela encendida y su casa se hizo cenizas.

 

Comencé a vagar, sucio, desahuciado, con un cartel que ponía “HELP, I gotta woman on my head” y ni limosna me lanzaban.

 

Le pregunté a dios: “¿Qué hago para sacarme esta mujer de la cabeza señor todo poderoso?”, y empezó a llover.

 

Nadie me hacía caso, todos me daban por perdido, incluso esa mujer.


Era peor que lo moralmente peor y era de entender, pues en la cabeza se me había encajado una mujer.

                                                                 PV