Es un día de digestión lenta
para los traficantes de vidas,
escondidos entre fondos
de inversión
y políticas monetarias.
La comisión de expertos
busca estrategias sofisticadas,
ahoga el dolor en el poder
mientras da patadas,
desnudando y violando al planeta,
sin freno y sin reflexionar.
Es solo una argucia
de los hombres picudos
que cortan cabezas con la lengua,
un falso sol,
sin ninguna certeza
de que despierten del trance.
Son alfeñiques
con zapatitos de charol
y corbatas gris marengo
que viven en las cloacas.
Gastan tiempo y palabras
en batallas dialécticas,
miserables ignorantes,
cortando jirones de telas
sobre cuerpos ofrecidos
a la carroña.
Se apagan los focos.
Son necias las banalidades,
no calculan sus miserias.
En caída libre, minimizan
su exposición al riesgo
ignorando sus complejos.
Los frutos siempre se pudren,
y al final de su vida,
con indolencia,
dividen sus despojos, sin fisuras,
negro sobre blanco,
realidad inmovilista,
pero el reparto de ganancias
no equilibra la balanza.