Ángel Alberto Cuesta Martín

EL OLVIDO DE LA MUERTE

EL OLVIDO DE LA MUERTE

A María Esther y Carmen.

Madres del amor.

 

 

Quizás fue ese sabor derramado del vino,

o quizás el destello fugaz de una estrella.

Quizás el recuerdo de un tiempo fugitivo

que ni la muerte pudo retenerte muerta.

Se apoderó del carbón y olvidó la gema.

 

Quizás la noche con su aletargado insomnio,

quizás la estricta muerte, de voz repentina,

olvidó que se puede querer de este modo,

allende la muerte, más allá de la vida.

Ay… se llevó el bosque y olvidó la semilla.

 

Quizás el fuego que se ha ido consumiendo,

como la instancia pasajera de la vida,

olvidó esa chispa que provoca el incendio,

que es lágrima de noche y nostalgia de día,

y es sabor eterno que no tiene medidas.

 

Quizás fue la muerte que olvidó en su embestida,

o el mandoble de la hoz no fue tan certero,

que atravesó la cera endeble de la vida,

pero no apagó la llama de tu recuerdo.

Ay… que se llevó el ave, mas dejó su vuelo.

 

Quizás la muerte cruel de algo se ha olvidado,

o yo dejé en mi interior oculto su olvido,

que no llevó ese valor tan tuyo y humano

de ese amor enorme que en mi ha conmovido,

el istmo que une tu continente y el mío.

Ángel Alberto Cuesta Martín