El trono empedernido sustenta al soberano;
el rey de los egipcios, del Menfis su turbante.
Ramsés y Nefertari, Luxor con cada arcano,
la tierra macilenta del astro más radiante.
La efigie de la esfinge la pinta el artesano,
que sale con Anubis cubriendo la bacante;
Osiris con la muerte, con Horus lo gitano;
los dioses, la mastaba y el túmulo brillante.
Al paso de las plagas se cierra en ecuaciones,
la dicha del reinado y el ego virulento
quedando de constancia soldados, batallones...
Pero, el fuerte Akenatón gobierna más sediento,
(su cuerpo lo protegen los recios escuadrones)
y el trono luce intacto con joyas en el viento.
Samuel Dixon