Primer domingo de diciembre,
con su noche agobiada de languidez,
agonizante de añoranzas.
Cortina de una lacerante semana…
abrazada de una bruma helada…
que va celando al cuarto menguante…detrás de un espeso y lúgubre boscaje.
Noche de maullidos escandalosos…
y ladridos constantes,
actores de una aparente pausa.
Noche de luces tenues y difusas…de romántica incidencia,
que cuenta leyendas encantadas…
plenas de ensueño,
que se archivaron en la mente….
como preciado tesoro de mi nostalgia.
Noche de domingo en diciembre…
que contagia mi alcoba de un desconsuelo ineludible,
y envuelve el ambiente de una soledad embrujante.
Noche de boleros en la radio…que suenan diferente,
y envuelven de magia el melancólico instante,
con un sonido de sensibilidad apasionante…
enredados en mensajes de un sentimiento excitante.
Noche de un fuego vehemente…
que arde de pasión en la estufa de nuestro remanso inconsolable.
Se Inflaman dos corazones indestructibles…
con la llama del amor eterno.
Dulce noche de cuarto menguante…
arrullada por la brisa noctámbula de la incertidumbre…
que ha esperado este momento por tanto tiempo.
Desde la desesperanza más agobiante,
pasando por el dilema más indiferente,
intentando abandonar esta desolación inmutable…
me juego mi última carta… en este domingo de diciembre,
y te escribo versos…desde lo profundo de mi alma…
deseando recuperar aquella tibia luz de tu mirada…
para que me devuelva la calma.
Primer domingo de diciembre…
noche de esperanza…
de cuarto menguante iluminando mi alcoba en penumbra,
quiero soñar en tu regreso.