Pedí volar, para huir de la noche,
y ascender esperanzas,
huyendo de la mortalidad, imperturbable,
que me condenaba a dar pasos como persecución,
de la niebla que cubría mi alma,
con el llanto como manto,
resonando con el soplo de un amor proscrito.
Pedí volar, para evadir el mundo,
y que el miedo no me alcance,
escapando por la azul lejanía,
de los sueños que me interrogan y me cautivan,
que se guardan en la pureza de tus labios,
con el dulce despertar de tu respuesta,
que me cubre como velo ligero,
en el espacio del deseo.
Pedí volar, para alcanzar el trono de tu amor,
sobre la faz del cielo,
sobre la nube naciente,
entre las espumas del mar,
donde se conforman huellas al caer la tarde,
y se trazan caminos,
con la sonrisa de tus ojos suaves,
alimentando el rocío del día,
provocando la lluvia del cielo,
jugueteando en las alturas.
Pedí volar, para descansar en tus brazos.
en las veredas de tu pecho, majestuoso, inminente,
prendiéndome como niño, asido a tu vida,
dudando despertar, despojado de mi rebeldía,
rasgando mi corazón, con tu voz que me florece
como hierba de esperanza,
y tu sombra que me cubre, apaciguando la luz,
para abandonarme en tu lecho,
Pedí volar, y me desplomé en tu seno.