A veces quisiera
no ver más noche ni día,
ser tan solo una gota
hundida en el mar de melancolía.
A veces estoy loco
por ver al cielo con alegría
y más loco vuelvo a estar cuando
recuerdo que no hay nadie allá arriba.
Quisiera arrancar una flor
y decir: para tí querida.
Pero ya no hay bajo este sol bellos jardines
ni manos que la reciban.