José Luis Barrientos León

Recuerdos en abstracto

 

Pasan los recuerdos a través de la bóveda de los años,

sin prisa, imperturbables, con su inminente manto,

sin contraste, resonando como advertencia

de la vida que dejaste,

más allá de la niebla o el llanto,

de la felicidad proscrita,

o los encantos de pasiones que brillan,

como llamas por las ventanas entreabiertas,

o soplos de nostalgia por amores que se perseguían,

al amparo de sonoros velos,

o de falsas rectitudes que nos sumieron en temores,

hasta lograr que no brillarán más,

que las puertas se cerraran por el miedo,

aniquilando los sueños,

llevándote por la senda opuesta,

hasta despertar sin respuestas,

con los labios sin pureza.

 

Pasan los recuerdos con la carcajada de su niebla,

con sus pasos que te alcanzan,

para hundirte en el abismo deleznable,

donde dejaste los latidos y clausuraste el cielo,

temblando de espanto ante la traición que te lacera,

y la falacia que te persigue,

con sus notas dulces y su constancia,

evadiéndote del mundo,

por las veredas del quebranto.

 

 

Pasan, huyen, regresan, con la noche y el día

escalando paredes, pidiendo el amparo

del alma que se desliza por el azul de la lejanía,

llena de esperanza, buscando el alba,

para vencer la tarde, con el resonar del trueno,

que te despierta y agita, bajo el rocío del día,

donde descubres la respuesta del ángel que te prometía,

dejarte juguetear en las alturas,

como el niño que mira el nacer de la nube,

y la espuma del mar con su eterna frescura.

 

Pasan los recuerdos, tan solo pasan, ninguno se hospeda

Porque el miedo no me alcanza

Y el amor es esperanza.