La casa con sus cimientos
sus paredes y pintura
me develan la ternura,
caricias y sentimientos
con su olor a primavera
y la canción del riachuelo
que me recuerda a mi abuelo
a orillas de la ribera
con las flores de colores
y su aroma penetrante
en la primavera entrante
que recuerda a mis amores,
a mis tías y mis tíos
a mis primos y mis primas
y los árboles de limas
con sus ramas y sombríos.
La belleza de la casa
donde vi la luz primera
y el verdor de la pradera
por mi mente siempre pasa
adornada con jardines
y abundancia de las flores
pintadas con los colores
de las rosas y jazmines
con aroma inigualable
que besaban pajaritos
de colores bien bonitos
en aquel ambiente afable
de sonrisas y de ensueños
que marcaron la esperanza
y forjaron la templanza
para conseguir los sueños.
La casa con la arboleda
y su camino empedrado
donde a veces he llorado
en mi pensamiento queda
con las huellas de tristezas
y también las alegrías
porque no olvido esos días
de carencias y pobrezas
ni la risa y carcajada
en la verdosa playita
cuando estaba bien bonita
a orillas de la quebrada
donde en cada atardecer
nos juntábamos los niños
con sus pleitos y cariños
y dispuestos a correr
tras la noble y fiel pelota
amarrada con las pitas
muchas pencas y bolsitas
y algodones de bellotas
disfrutando la alegría
que jamás ha de volver
y en mis ojos el llover
me decía que llovía
como el agua que refresca,
que te exige un buen abrigo
y al recuerdo yo le digo:
¡La nostalgia es gigantesca!
Y la casa en los veranos
la recuerdo con sus frutos
y en mis versos doy tributos
a mis hermanas, mis hermanos,
a mi recordada madre
mis abuelos muy queridos;
e igual, jamás habrá olvidos,
para mi sufrido padre
y todos los que partieron
en su viaje al infinito
pues con amor quedó escrito
lo mucho que nos quisieron.
Y el jardín ha florecido
con su nueva descendencia
que también llevan esencia
de todo lo compartido
a sobrinos y mis hijos
a los nietos y mi nieta
que me inspiran cual poeta
y hoy me dan sus regocijos.
Y al llegar las navidades
la nostalgia más florece
pero el sentimiento crece
recordando mocedades
en la casa que no olvido
con un bello amanecer.
¡Y quién no la va a querer,
si fue siempre un lindo nido!
Y la casa que yo tengo
justo adentro en mi memoria
devela claro la historia
que explica de dónde vengo.