A media luz, metida en casa ajena,
huye la oscuridad y sombra vana;
la luz de mi perdón reflejos mana,
me inunda de ilusión y me serena.
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Allí con un futuro que condena
su vida se convierte en soberana,
nacida ya la fe y de forma humana
despierta tierno amor en nochebuena.
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Acaricia una estrella al germen puro
de la humana sonrisa, bajo el cielo;
dará seguridad a lo inseguro
y consuelo al sufrido desconsuelo.
A su lado el amor siempre es un plus
ya sabéis de quién hablo, de Jesús.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.