Te veo en un jardín de rosas negras,
flotar como una rosa blanca,
en un cielo con nubes negras,
en el que tu rostro luce radiante, como una luz pura y blanca.
Rosas marchitas,
sus petalos llevados son por el viento,
toma tu mi corazón, el que solo tú incitas,
a sentir devoción, esa que solo por ti siento.
Rodeame y apresame fuertemente entre tus ramas con espinas,
besa sutilmente mis labios,
con tus delicados petálos, cuales plumas blanquecinas.
Antes que se tornen los negros petalos de las rosas, en carmesíes o rubios,
a los rayos de las cálidas luces matutinas,
quedando en la oscuridad el secreto de nuestros síes… los rosantes encuentros y amorios.