Cuando Rosa Pilar se vio sola en la vida es que quiso ser feliz en verdad. Si Rosa Pilar se vio fríamente y con un invierno seco entre el infierno en que vive ella hoy día sin un amor. Cuando en el alma de Rosa Pilar se vio tristemente indeleble porque su alma fría quedó adherida a su piel llena de ansiedades y pidiendo amor y más en ser amada. Cuando Rosa Pilar se vio fríamente y tan gélida como el mismo hielo, fue cuando en su alma se vio fría como el viento álgido de creer en el alma funesta de un tiempo sin amor. Rosa Pilar logró salir de esa oscura habitación donde guarda el temor y el mismo terror como el horror de creer en el alma muerta de espantos nocturnos, pero, muy pasajeros como el mismo viento álgido que le roza la piel. Cuando Rosa Pilar en su alma fría y tan decente como la misma virtud de su coraza en el corazón, se vio insistentemente fría y con un dolor en no ser amada nunca por un hombre que consecuentemente no lo halla ni lo encuentra en su camino por la vida sosegada y sollozando de miedos quedó Rosa Pilar sin amor hasta que un día se levanta de ese lecho donde se pasea el más mal incurable de creer en el amor a toda costa y salió a pasear un rato por el jardín cerca de su hogar. Cuando en su instinto de mujer solitaria quedó en la soledad de embargar una penuria en soledad y con el temor de quedar sola y con una terrible tempestad, si cuando en el ademán frío de envenenar un tiempo en soledad, quedó el alma de Rosa Pilar y se identificó el temor de creer en el hielo frío en que pasea su vida dejando un dolor mal inconsecuente. Cuando, de repente, en el jardín cerca de su hogar halló lo que nunca a un hombre que se llama Gilbert, dejando atrás el amor de su pobre corazón y descifrando el temor de ser incierto el destino con un sólo amor y era el amor lleno de pasión de Gilbert. Cuando, de pronto, interrumpe su camino y su destino frío en querer amarrar el deseo de amar y en ser amada aunque sea por única vez en el mundo y en el momento de dar una señal a su paso de creer en el destino lleno de amores inconclusos. Si Rosa Pilar se vio fríamente indeleble como la misma pena y condena de creer en su alma solitaria de amor y sin más pena y con la piel en eterno deseo, sí, con la piel en eterno deseo, pues, su piel busca amor y por ser amada con pasión dentro del instante en que se cuece el alma dentro de su propia piel. Como si fuera una fortuna llena de candor y de clamor como el mismo hielo en que Rosa Pilar siente la piel en eterno deseo. Y su piel era como el invierno frío, o como el infierno dando calor en el alma solitaria y lleno de deseos inconclusos cuando se debate una sola espera de creer en el amor sin importar el mal deseo. Y de converger en el alma una sola verdad y en poder creer en el desierto se vio efímero como en el trance de la verdad una frialdad en que se cuece el alma por una sola verdad en que el destino es fuego y viento frío cuando el vuelo de Rosa Pilar era como la misma insistencia. Cuando en el alma de Rosa Pilar se cree que en el tiempo efímero como en lo sosegado de un mal tiempo de envenenar al tiempo y de creer en el alma jugando un juego de un mal tiempo, quedó Rosa Pilar se vio fríamente indeleble cuando en su afán de creer en el amor quedó como el mal tiempo y como la ansiedad en el cuerpo deseando amar con la piel en eterno deseo y de amar con el corazón entre las manos. Y esperó por el tiempo, cuando en el trance de la insistencia se vio indeleblemente álgida como el viento y como el desastre de dar una conmísera debilidad. Cuando ocurre el deseo de envenenar un mal invierno y con un mal infierno de dar una salvedad de creer en el alma por una verdad efímera de dar una sola solución. Cuando en el alma de Rosa Pilar en una sola verdad e insistentemente una caricia dentro del deseo de su propia piel y en la cruel desavenencia se vio friolera como el tiempo y más tristemente abatida como la flor marchita en el huerto del jardín. Y se vio tristemente incolora como el tiempo lleno de mentiras sintiendo en su alma debatir entre la verdad de una pureza innata o de una cruel y terrible falsedad en no tener ni tan siquiera un sólo amor para amar y en ser amada. Rosa Pilar sintió una sola exasperación innata de sentirse como una triste verdad y queriendo amarrar el amor a su propio corazón quedó Rosa Pilar como sentir una sola desesperación entre su alma y su pobre coraje en el mismo corazón. Porque cuando en el jardín cerca de su hogar corrió el tiempo y más que eso en el mismo tiempo en que se cree que el amor no llegará a su piel en eterno deseo si su alma quería amar y en ser amada como toda una mujer real y tan verdadera como el tiempo o como la misma rosa que ella no desea que marchitara. Cuando en el alma de Rosa Pilar se vio fríamente indeleble y corriendo un alma desértica se lleno de llantos y sollozos cuando en esa oscura habitación lloró amargamente como una princesa sin príncipe y más que eso sin amor de un hombre. Y el cuento no finaliza en el tiempo ni la herida como una llaga cuando en el altercado frío se vio indeleblemente fría y como una reyerta fría y camorra indeseada entre su alma y su propio corazón. Y cuando Rosa Pilar recitó una loa de esas en que el viento le susurró un sólo murmullo de que se quedaría sin amor. Y vio al mar cerca de ese jardín impetuoso donde halla el amor de Gilbert, sí, Gilbert, cuando su corazón quiere amar y hallar el verdadero amor. Y el camino de Rosa Pilar se vio llena de pétalos de esa rosa sin aún marchitar porque sólo halló el amor en que se cuece el alma y la piel de un eterno deseo. Cuando en el alma se siente y tan fría como el hielo o como el invierno sosegado de penas y de un sacrilegio o sacrificio de una sola condena de creer en el corazón vivo en poder amar. Y Gilbert tímido y retraído, sumiso y triste al igual que Rosa Pilar. Y sintiendo el coraje de creer en el alma sosegada de amar se vio fríamente Gilbert por conocer a Rosa Pilar desnudando a su único corazón de amar y de querer el bien entero. Cuando en su afán de dar una aventura y más que eso una desventura en creer en el ocaso vivo sintiendo el coraje sin salvar a su propio amor se desnudó el corazón por amar igualmente en lo que desea la piel en eterno deseo de Rosa Pilar. Si en el tiempo caducó como se espera al primer amor, pero, Rosa Pilar no quiere un primer amor sino un amor para siempre. Cuando en su afán de creer en el alma se llevó una eterna sorpresa dentro de su pecho buscando una alternativa para ser amada y lo más importante poder tener amor en su corazón. Cuando en el alma de Rosa Pilar, se llenó de un mal tiempo cuando en el jardín cerca de su hogar halló lo que nunca a un varadero amor. Y era y se llama Gilbert, como su corazón requiere que el amor fuera como Rosa Pilar quiere. Y su desnudo corazón sólo la llevó lejos de un tiempo en que casi se petrifica su alma de bondades inocuas, pero, tan trascendentales como el principio en amar a Gilbert. Y, sí, en ese jardín cerca de su hogar se electrizó la forma de un buen tiempo y de una osadía llena de tiempo y de amar bajo las sombras perdidas a expensas de la noche acariciando la vida y más que eso al amor dentro del corazón y fue su piel en eterno deseo, la que en el tiempo y más que eso no calmó su poca insistencia. Cuando en el alma de Rosa Pilar se vio efímera y funesta y se aterró al alma sin vida y más de un amor que no logró hallar por el momento. Cuando en su delirio y tan frío de vida conmísera se atrevió a desafiar la vida y a más que eso en la reyerta de una sola vida y más sin encontrar amor. Cuando en el alma de Rosa Pilar se identificó como que en el alma se hizo como la luz en el ocaso frío. Si Rosa Pilar se miró en el espejo de la vida cuando el amor no consigue ni en el rumbo a proseguir ni en un escaparate como una muñeca de trapo. Cuando en el alma de Rosa Pilar se vio como una fría estatua donde la porcelana era rota. Cuando en el alma fría de Rosa Pilar se sintió como el hielo frío de un sólo invierno en donde la nieve no era pasajera. Si en el jardín cerca de su hogar se miró su alma y con otra alma que busca lo mismo una sola alma. Y como una sola verdad se identificó como una sola verdad y tan desafiante como un hálito nauseabundo como el reloj en el tiempo y como una triste verdad en que casi se cuece el alma en calores extremos. Cuando en el alma sosegada de tiempo y de una mala osadía se vio mortífera como la extraña hazaña de Rosa Pilar, cuando en el alma de ella se sintió tan soñadora como una sola mentira, en que se cuece el alma. Y con una sola insistencia de creer en el alma fría de amar más, se siente el alma fría por una sola mentira en no hallar el amor ni en el tiempo ni en el camino. Si en el alma de Rosa Pilar se sintió como aquella vez en que se enreda una sola sensación en una sola verdad. Cuando el imperio sosegado en una sola señal de creer en el amor a cuestas de la razón y en el trance de lo imperfecto, si en el alma de Rosa Pilar, se le enredó la vida en un sólo ocaso frío. Si en el alma de Rosa Pilar, se aferró al delirio frío en dar con una sola verdad. Cuando en el ocaso frío se alteró como una sola verdad en que el ocaso se siente como el frío nefasto de dar una sola señal en el alma y más en el corazón. Si en el alma se identificó como el alma dentro de un sólo corazón cuando en el ocaso se sintió y tan frío como el mismo hielo en que se cuece el alma de una aventura y de una desventura. Si se cree que el alma se sintió como el alma inoportuna y tan funesta y tan triste como fue antes de conocer a Gilbert. Y Gilbert sumiso y retraído como el silencio que ahoga su voz o como la enmudecida garganta en que solo dijo un hola. Y Rosa Pilar se vio mortífera y tan real como la vez aquella en que se vio como el hechizo y tan real como aquella vez en que se sabe que el reloj es inocuo, pero, el tiempo es real. Cuando en el ocaso se pierde el frío dentro del alma abierta de deseos como en la piel un eterno deseo. Cuando, de pronto, en el alma de Rosa Pilar se consagró como el tiempo en el reloj, o como en el ocaso un flavo color en que se identificó como las sombras adheridas de tiempo y de un comienzo en que el deseo se convirtió como el deseo en la misma piel. Cuando el instinto se convierte en el reflejo una sola verdad, en que se da una sola verdad en que se siente como el deseo o como las penumbras abiertas de un sólo tiempo. Cuando en el tiempo se electrizó la forma de creer en el alma abierta de un sólo penitente y de un caminante camino en que se cuece el alma fría en calores extremos. Si en el ocaso frío se sintió como el deseo suave, pero, delirante y tan electrizante como la vez aquella en que no se amó como el delirio y tan delicado de creer en el ocaso frío en el corazón. Si en la piel de eterno deseo se convierte en un sólo trance imperfecto en querer amarrar el amor en el corazón. Y desnudando el viernes frío de agosto y en un otoño gélido como el tormento de sus deseos y en la piel de eterno deseo, se convertirá en el desenfreno en querer amar a un hombre que le corresponda en el alma. Porque cuando en el instinto llega a abrir el nuevo imperio destrozando el latir del corazón y sintiendo el suave desenfreno en el alma y queriendo borrar todo suceso en su corta vida quiso Rosa Pilar olvidar y electrizando el corazón supo que no pudo olvidar sino que recordar fue su delirio universal. Cuando en el alma de creer en la pureza de su alma no desea quedar sola en la vida, pues, en el camino sólo quiso entregar alma, vida y corazón. Cuando en el tiempo y más en esa osadía se dedicó a ser como el hambre o como la piel en eterno deseo. Cuando en el instinto se vio fríamente e indeleble como el frío nefasto que cae en el otoño desde que el viernes de agosto sucedió lo peor: conocer a Gilbert. Y se dedicó en cuerpo y alma, en un solo corazón amando como lo funesto de un todo, pero, con la algarabía de creer en el corazón en donde quiere amar más como un solo tormento en que se cuece el deseo y más en la piel de eterno de deseo en querer amar verdaderamente como Rosa Pilar lo anhela. Cuando ocurre el desenfreno en querer amarrar la osadía en querer abrir los surcos o subir los umbrales de terciopelo hacia el mismo cielo, por donde se siente el aire de una desventura fría y sin algún tormento. Y queriendo soltar el alma sin la luz que emana de su interior quiso brindar con la piel en eterno deseo, cuando en el alma se vio fríamente indeleble cuando ocurre el desenfreno y la osadía que en ese frío de un viernes de agosto y en un otoño caído conoce al hombre de su vida llamado Gilbert. Cuando en el alma se vio tan fría como el viento que le espera siendo tan fuerte como la llama perfecta de una eterna hoguera y llena de amor.
Continuará……………………………………………………………………………………….