Noches cálidas de invierno,
sonatas al piano, bemoles y sostenidos;
una niña bajo la mesa camilla,
escondida, quieta y silenciosa,
oyendo y soñando la melodía
romántica que huye del cordófono;
flor de ámbar de pétalos de raso,
ojos avispados, pálidas mejillas,
vestida de ángel con alas de muselina,
hace volar su imaginación en una chispa
de cenicienta que fluye por toda la habitación.