JUSTO ALDÚ

LAS ELECCIONES DE TINAQUITO.

AUTORA: MARÍA MERCEDES S. 

EDICIÓN: JUSTO ALDU.


Hace algún tiempo, en un país muy lejano del Continente, había un joven llamado Juan, pero todos le decían Tinaquito porque tenía muy malos hábitos a pesar que todos en ese país eran personas decentes. Tinaquito acababa de cumplir su mayoría de edad. Era la edad anhelada que todos los jóvenes esperaban ansiosos para obtener su identificación en la que se especifican todos sus datos personales y que daba cuenta que había cumplido la mayoría de edad. 
Los jóvenes en ese país querían cumplir su mayoría de edad para poder entrar en las discotecas, en lugares reservados para mayores y votar en las elecciones. 
Juan, conocido popularmente como Tinaquito, no era la excepción. El también había esperado por largo tiempo ese día. La verdad era que se la pasaba insultando y vociferando que debían darle su identificación rápido y que la tenían contra él. No tenía respeto por nada ni por nadie.
Cierto día un hombre de avanzada edad y que era conocido como Ricardo, el político, le sugirió a Tinaquito que ahora que tenía la mayoría de edad, se postulara para un cargo público ya que todos le conocían y tenía muchas opciones de ganar en las elecciones que se aproximaban.
Tinaquito lo miró fijamente y sus ojos brillaron. Pensó en todo lo que podía ganar si era electo en ese cargo público. Era muy atractiva la idea como para dejarla pasar.
Al día siguiente fue a inscribirse, llevó todos los documentos, incluyendo la identificación que tanto había esperado.
Ya era todo un candidato y comenzó su campaña por todo el país, apoyado en todo momento por Ricardo, el político.
Tinaquito le hablaba a los electores y decía: 
-Voten por mí, que yo cumpliré mis promesas. Les construiré lo que no tienen y tendrán lo que esperan. Sus sueños serán mis sueños. 
Muchos le escucharon y pronto sin decir nada le dieron la espalda siguiendo con sus quehaceres e ignorando las tentadoras palabras de Tinaquito.
Al ver esto, Tinaquito se bajó del pódium y se dirigió a uno de los oyentes preguntándole la razón por la cual le daban la espalda.
El ciudadano se sonrió y le dijo: “
-Nadie cree en ti, porque no respetas a nadie, eres mentiroso, deshonesto y por tus actuaciones se nota que no tienes valores. Eres como un tinaco de basura. Por eso todos te llaman "TINAQUITO". Votaremos en las elecciones porque es nuestro deber cívico, pero no votaremos por ti, votaremos por alguien que respete a nuestros ciudadanos,  nuestra sociedad,  nuestro país y nuestros sueños.
Tinaquito se fue muy decepcionado y le contó lo sucedido a Ricardo, el político. Y éste, luego de ver lo triste y acongojado de su pupilo, se sentó a su lado, le contó su historia y de cómo fue elegido el presidente de aquel país de hombres y mujeres decentes. Le dijo que él se comportaba igual de irrespetuoso cuando joven y que a pesar de ser muy popular, perdió su primera elección por tal motivo. Eso lo hizo meditar y cambiar. Porque la comunidad y su país necesitaban hombres honestos, respetuosos y con valores para poder progresar. 
Desde entonces, Tinaquito no volvió a decir mentiras, a ser irrespetuoso, ni a insultar. Vivió como un hombre ejemplar para todos.
Juan, fue electo 4 veces consecutivas, actualmente rige los destinos de aquel pequeño país de personas decentes y jamás volvieron a decirle "TINAQUITO".