Matias 01

MUDANZA

 

No sé en donde arrendaré un hospicio

esta temporada.

La tarde sangrienta es como una víspera

en que las horas frías descienden

con nuestros rostros más queridos

y sus voces son murmullos tibios

de lejanos alientos que dejamos

en nuestra ardua pasarela.

 

Debe haber en algún lugar, una gruta libre, un rincón

de musgo suave y amistoso,

donde el aire no cebe su veneno

con el silencio hermano

y que nos libere de los miedos

que van como sanguijuelas

embargando nuestra confianza en los fermentos

de nuestra sustancia individual.

 

Debe existir por algún lado un recodo

sin la angustia circular

de los recuerdos

con la luz perezosa derramándose como el viento

y al alcance de un corazón herido,

donde resurja en su voluntad

de vándalo que se va contra todas las puertas

del ocaso

 

Adonde ir,

donde no haya un gusano con el hambre vertical

que nos trague el nombre

y la oración temprana.

La celosa soledad

que es el intermediario de la muerte

cae sobre los transeúntes  

en un intenso jalón que es de toda la vida

en esta suerte de presa

que se debate en sus dos momentos

 

Dónde estar,

donde mi corazón no sea una piedra

en medio de un bosque silencioso

y mis ojos dos moradas agrestes

para la luz del alba

y nuestras manos dejen de ser garfios

en los pechos

y nuestra frente un blanco pedernal

en que se estrelle nuestras emociones

 

En todo caso busco un lugar

con flores silvestres y luna melancólica

lleno del silencio dulce

que brota luego del intenso amor.

Un espacio con un rio que susurra el llanto

y recoge el cristalino dolor humano

en su largo recorrido hacia el doliente Dios.

allí donde el recuerdo abrace su alma

y el miedo no abarrote el sueño eterno

 

Dios, es mi compañero invisible

aun cuando yo le vuelva el rostro

y él me ignore;

Allí vamos empedrados por la realidad duradera

que golpea a los ilusos.

Él está,

con todo lo humano que hay en mí

Yo voy,

con la eterna soledad que le golpea.

Él está allí

con el hambre inconcebible que me carcome

Yo estoy aquí,

con toda la mudez del ignorado

Así somos, socios

en la desesperanza y el abandono

elevando una oración al infinito.