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**~Novela Corta - La Piel en Eterno Deseo - Parte III~**

Y con la piel de eterno deseo, así se halla Rosa Pilar, queriendo amar y ser amada. Cuando en el tiempo maltrecho, ambigüo, y lleno de un desastre en tormento, se vio Rosa Pilar amando como nunca a Gilbert. Y deciden reencontrarse, otra vez, y frente al hermoso jardín. Y queriendo amar y más que eso en ser amada Rosa Pilar, quiso que esa primeriza relación fuera más allá de lo que estaba pasando. Cuando en el jardín de Rosa Pilar se vio aterrada al mal recuerdo del ineficaz tormento de creer en la mala insistencia de una terrible ausencia del alma de Rosa Pilar buscando a un amor en el frío corazón. Cuando en el alma de Rosa Pilar se vio fríamente indeleble y tan álgido como el mismo frío en que se pierde el desastre de creer en el amor a ciega persistencia. Si en el alma de Rosa Pilar se vio mortífera como llena de espantos de creer en el alma gélida y con una certeza fría de amar sin amor alguno, pero, Rosa Pilar, quedó como un frío viernes de agosto y de un otoño frío en que se cuece el alma en un gélido desastre en poder amar sin amor. Y, sí, fue ese sólo frío viernes de agosto y de ese otoño en que no pasó más el desastre en creer en el alma viva o muerta de espantos nocturnos cuando sólo Rosa Pilar se vio aterrada y tan fría como el mismo invierno que pronto llegará a su pueblo y al jardín cerca de su hogar donde conoce a Gilbert. Cuando en el alma de Gilbert, se vio mortífera y fría como el hielo frío, cuando el alma de Rosa Pilar, se vio asustada de una noche impetuosa como lo inmenso del mismo cielo cuando se da el mismo tormento de creer en el alma muerta de una inseguridad penitente. Si en el alma de Rosa Pilar, se entregó el desafío y la vida nefasta en dar una mala insistencia y por una cruel ausencia cuando Gilbert, se electrizó la forma de ver el cielo como tan transparente como insolvente de creer en el alma viva de espantos nocturnos. Cuando Gilbert, creó una sola salvación y una cruel imposibilidad de dar un sólo tormento en el corazón como un ocaso en tempestad. Si en el embate de un sólo acecho de un amor como en ser amada creó una sola mala insistencia en creer en un solo hielo en la piel llena de eterno deseo. Cuando en el penitente delirio frío y tanto hechizo inmortal de creer en el amor a toda costa en el corazón, Rosa Pilar, si, sólo fue en ese frío viernes de agosto y de un sólo otono letal, cuando en el alma de Rosa Pilar se fue de rumbo incierto cuando conoció a Gilbert. Si en el delirio delirante y electrizante se vio letal y tan irreal como el silencio, y se vio insistentemente irreal como el sabio momento de creer en el amor en el sólo corazón. Y Gilbert sumiso, herido y retraído cuando trata de conocer a Rosa Pilar, en el alma suave y desafiante de creer en el alma muerta de espantos cuando en el ocaso sintiendo el desafío inerte en la misma piel de eterno deseo se vio insistentemente inocuo y translúcido de pena y de una condena casi letal. Si en el alma y sin poder vivir se vio efímeramente atraída de un mal tiempo, y de un sólo desliz en el alma fría. Porque cuando en el alma mortal de Rosa Pilar se vio con una ausencia devastadora e insignificante de creer en el amor a toda costa, se enfrió el deliro delirante de creer en el alma muerta llena de espantos, cuando en el hálito nocturno se llenó de una ansiedad mortífera y tan letal cuando Rosa Pilar conoce a Gilbert. Y Rosa Pilar se siente como tan irreal como tan cruel cuando pasa desapercibida como una eterna piel llena de deseos y de enamoramiento vivo y de un corazón enamorado en poder creer en el deseo efímero en creer en una sola verdad. Si en el desenfreno vivaz de un sólo instante se vio únicamente en poder creer en el alma ciegamente sin poder dar con el corazón en una sola certeza. Y se vio atrevida y desafiante al conocer el amor de Gilbert, cuando aquella rosa en el huerto o jardín cerca de su hogar, se entretejió el buen deseo en amar y en ser amada por un buen amor. Y se amó como el infortunio más eficaz y más tormentoso de la vida, de la insistencia y más de la ausencia de un amor en el corazón de Rosa Pilar. Y Rosa Pilar como aquella rosa en el huerto del jardín marchitando de sol y de un amor, el cual, ¿y Rosa Pilar, logró llegar a su corazón o quedó sin amor?, pues, en el infortunio de saber de su amor petrificado en el alma y en su sólo corazón se vio mortal y tan letal como la misma ausencia de ese cruel amor. Cuando en el desierto de su propia imaginación en creer en el alma a cuestas de la sola razón en una sola ausencia de saber que el amor no queda en el corazón, cuando en el alma se siente como el mismo desenfreno de creer en el hálito desnudo en saber de su mala penitencia. Si en el camino de ese ocaso frío y de ese frío viernes de agosto cuando sólo en la ausencia creyó en un sólo deseo en querer hallar al verdadero amor.



Continuará…………………………………………………………………………………………….