Escribo con la autonomía del mar,
un domingo imbécil, de un año obscuro.
Escribo con ahogo de eternidad,
con premisas rotas
calcinadas por el sol.
Es domingo
y el día se hace odioso,
levantándome en un horario desconocido
del dos mil y tanto…
Aquí coexisto con la angustia frívola
y creativa de una idea transparente
hecha de mil lágrimas…