Asombro y admiración, induces
y es timorato mi corazón que está acurrucado
en reconcomios, los que hoy se presentan
bastante cómodos pero asfixiantes;
tú no frenas tus pasos siguiendo fulgores,
esas luces que siguen los locos,
pero confías en las lecciones
que involuntariamente recibiste de la vida,
atrás de tus huellas: tierra, madre y amigos,
se quedan, trocándose inolvidables…
barruntando vas, y entonces te resulta
inevitable pensar en el promotor
de tus recuerdos, y de sus momentos que se trocaron memorables,
en las noches de brillos que relucen
quieres saber qué hace, qué piensa, qué siente...
hoy sigues recta en tu camino
aunque es todo sinuoso y vas acompañada de esa rapsoda
que gobierna la noche y la alumbra de nostalgia,
permaneces sin olvidar tu origen y los brazos que te aguardan.
Me asombras y te admiro… y hasta te recibo,
porque mucho ya has ganado
por el sólo hecho de haber seguido tus sueños.