¡Que cruel eres, juventud
que bañas en ilusión
alegría e inquietud
nuestro pobre corazón!
Y después, año tras año,
te vas y nos abandonas
Y cuando el cruel desengaño
de nosotros se apodera
al ver que el mundo no era
como al principio soñamos,
por ningún lugar asomas
aunque a gritos te llamamos.
Luego la piel se endurece
y se encoge el corazón,
nuestro cielo se oscurece
y se nubla la ilusión
Entonces, todo es distinto
y el mundo, negro se ve
se desprecia cuanto es
por un animal instinto.
Sepamos guardar ahora
un brote de juventud
para que al llegar la hora
de afrontar la senectud
sepamos la vida amar
para no odiar a la muerte
y jamás desesperar
para poder aguardar
en paz, la postrera suerte