Pedro Antonio Borges Rodríguez

MIL GRACIAS POR ESTAR

Buscas la soledad en el gentío

El desarme en la guerra

La paz en la siniestralidad 

Duermes, porque tú corazón no es impío 

Pero rozas tú alma en tránsito con la inestabilidad 

 

¿Acaso tú pena no se sumó a la condena del fracaso impetuoso, exigiendo limosnas de tulipán frondoso?

Les dejó el rostro aturdido, cabizbajo, en el sollozo

Y el bolsillo pillado en trozos

Cómo cuando en tú camino 

Escoges un mal desvío

 

¡Rebate la desilusión del contendiente!

¡Hazle sentir indigente por una vez en su vida, para que recalque en si, el mismo dolor que a otros perpetra!

¡Aparta el nefasto descuido y niégale!

¡Niega el tezón de la espesa niebla!

¡Niega el palangre deshilachado del metal viejo y rumbriento que empuja la penumbra!

 

¡Vomita la sangre hirviente que en viles intentos no subsanó tú llanto!

¡Agarra el dragón que lame impacientemente tús heridas y susúrrale!

¡Hazle reír en su guarida!

conténtale para que tú vida también se impregne de paz

¡Siéntele en la luminosidad de tús sueños y en la profundidad de tús entrañas!

En su carisma y sarcasmo empedernido 

 

Yo, sinceramente, que no he dormido, te advierto 

Que no es lo mismo brillar, que andar despierto 

Ni reír, que estar contento 

Ni soñar, que hilar cuentos 

Ni fingir que ya no siento 

Tú corazón en mis adentros 

 

¡Por eso ama con el corazón ancho!

Con la tez morena y la sombrera que protege del ultravioleta 

Sin el pudor de antaño 

Con la mirada abierta 

Con alijos de serenidad entre fronteras 

Con el frescor del viento

 

¡Ama con tú pasión sobrehumana!

¡Con tú dedicación al convaleciente!

¡Con tú fé diurna ferial!

¡Con tús placeres y charlas nocturnas!

 

Con el sol de tú vientre 

Con el reír que se siente

Cuando en tú hogar te diviertes

 

Para ti

Para mi

Para todos nosotros 

La vida una

 

Sin más contemplación

Que amar sobre la luna